Música celestial y sorpresas terrenales en San Ginés

Esta vez me tocó a mí hacer la llamada. Mi amiga, la cordobesa, ni siquiera me dejó terminar de contarle de qué se trataba la invitación. Al oír las palabras “música de órgano” y “San Ginés”, soltó un entusiasta “¡Sí, por supuesto!”. Así que allí estábamos, otro atardecer cultural en Madrid, con una cita especial: el Ciclo Música de Órgano en San Ginés 2025.

La fila para ingresar al templo serpenteaba por la acera, pero por suerte el personal de prensa del Ayuntamiento de Madrid, siempre atentos y amables, nos ubicó en lugares estratégicos para la cobertura. Apenas cruzamos las puertas, mi amiga se quedó boquiabierta ante la belleza del templo. Yo, que ya la he visto asombrarse muchas veces, aún me sorprendo de lo fácil que se deja tocar por la magia de estos espacios.

Y además, venía vestida para la ocasión. Se lo dije. Y se rió con esa sonrisa de quien sabe que está donde tiene que estar.

Puntualmente, a las 18:30 h, el concierto comenzó tras una breve y delicada explicación. La Iglesia de San Ginés, con su solemne atmósfera y esa acústica que parece abrazar cada nota, dio paso al primero de los tres recitales del ciclo. Bajo el lema “La variedad de los estilos musicales en el órgano”, esta decimoctava edición se abría con un invitado de lujo: Thomas Trotter, organista de Birmingham.

El repertorio fue un viaje en sí mismo. Inició con la imponente Toccata, Adagio y Fuga de Bach, envolviendo la nave del templo en una cadencia barroca majestuosa. Luego, Stanley y Whitlock nos pasearon por un barroco inglés más sereno, seguido de destellos modernistas y minimalistas que rompieron toda expectativa.

Las obras de Meredith Monk y Bert Matter aportaron un aire experimental, casi cinematográfico, mientras que los arreglos de Gustav Holst (sí, ese Júpiter de Los Planetas, adaptado al órgano) nos recordaron que este instrumento, a menudo asociado solo a lo sacro, también puede ser un vehículo hacia la emoción pura, sin etiquetas.

Mi amiga me susurró al final: “Esto no fue solo un concierto… fue como asomarse a distintos mundos desde un solo lugar”. Y no podría haberlo dicho mejor.

Quedan dos fechas más en este ciclo, el 11 y el 14 de abril, con nombres igualmente prometedores. Pero esta primera noche ya dejó su eco —como los acordes del órgano— vibrando en nosotros.

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