Estamos de fiestas en Madrid. Y eso, como diría mi abuela, “es palabra mayor”.
La invitación del Ayuntamiento para la presentación de las Fiestas de San Isidro 2025 me llegó por email, con toda la formalidad que uno agradece cuando se avecinan días de farolillos, vermú y claveles en la solapa. Por supuesto que aceptamos —porque si hay verbena, allá vamos— y pusimos rumbo a la cita.
Pleno Rastro. Muy cerca de la Iglesia de San Cayetano, donde tantas veces nos dejamos llevar por el bullicio alegre de las verbenas. Un barrio con más historia que Wikipedia. Ni bien llegamos, nos recibieron autoridades del Ayuntamiento y parte del equipo de difusión, todos sonrientes y con ganas de jarana.
En el patio, dos figuras gigantes nos daban la bienvenida: un chulapo y una chulapa de proporciones que rozaban lo mitológico. Entre ellos, los de carne y hueso: madrileños y madrileñas con atuendos de época, posando para las fotos con esa alegría contagiosa que se respira cuando Madrid está de fiesta.
A los pocos minutos llegó el alcalde —bien escoltado y aún más sonriente— para anunciar oficialmente que las Fiestas de San Isidro 2025 ya estaban en marcha. Hubo dos números musicales que pusieron a bailar hasta a los más tímidos, y luego unas palabras del alcalde, que más que un discurso, fue una invitación a vivir Madrid con todos los sentidos.
El broche lo puso un chotis en vivo, y sí: el alcalde fue invitado a bailar. No sé si zapateó con ritmo, pero el esfuerzo fue aplaudido como si hubiera ganado una medalla olímpica. Porque aquí lo que importa no es cómo se baila… sino con quién.
Y tras la música, el brindis: bocadillos castizos, rosquillas listas para el pecado, y el inevitable vermú que hace que todo parezca todavía más entrañable. Yo, por supuesto, aproveché para brindar con todo el mundo —y repetir bocadillo, que tampoco vamos a disimular.
Ahora toca revisar la programación completa que trae el Ayuntamiento este año. A ver si la Cordobesa se apunta a alguna actividad… aunque me dijo algo de un curso de sevillanas express. Y si no, tal vez Erika tiene un plan alternativo en Madrid. Lo que es seguro, es que este San Isidro, como todos, va a tener de todo… menos aburrimiento.
