Entrevista a Matias Villanueva y Barbara Abuaf

¿Llevó mucho tiempo el armado de la obra?

Matias Villanueva: Desde que Bárbara y yo nos sumergimos en la escritura de “Cuarto de luna menguante” fueron casi dos años en total de arduo trabajo entre la dramaturgia, la producción y los ensayos. Igualmente, creo que nunca se termina de “armar” la obra, ya que función a función seguimos profundizando y “reescribiendo” de alguna manera la pieza. 

¿Qué cosa o qué sensación has sentido cuando terminó la  primera función?

Matías Villanueva: Fue un momento de una felicidad inmensa donde logré visualizar todo lo que habíamos transitado y el enorme trabajo que habíamos realizado con el equipo. La concreción de aquello que arrancó como el sueño de contar esta historia. 

Bárbara: Es algo difícil de transmitir exactamente pero creo que tiene que ver con una emoción muy grande por haber partido de algo tan chiquito como una idea, una sensación y a partir de eso lograr escribir, montar y producir una obra. Hay mucho de nosotros puesto  en cada partecita de “Cuarto de luna menguante”, y fue hermoso poder compartir por primera vez con otros lo que veníamos transitando.  

Básicamente y sin contarnos el final de la historia ¿Qué nos cuenta la obra?

Matías Villanueva: Cuarto de luna menguante es la historia del reencuentro de dos hermanos, Rufino y Celeste, luego de muchos años. Es una obra que viaja en el tiempo y en el espacio, ya que no se construye linealmente, y que entre recuerdos y juegos de la infancia, pone sobre la mesa asuntos complejos sobre los vínculos familiares.

Bárbara Abuaf: Creo que la obra logra interpelar a las personas que la miran porque conecta con situaciones que son sumamente humanas. Todos tenemos vivencias o nos hemos preguntado sobre la soledad, sobre ciertos vínculos, sobre lo que soñamos o imaginábamos en nuestra niñez y qué de eso se pudo conseguir y qué quedó en el camino. 

¿Cuál fue el mayor desafío, al momento de empezar a armar el personaje?

Matías Villanueva: Rufino es un joven con Asperger y mediante colaboraciones con institutos y diversos profesionales, logré adentrarme poco a poco en la lógica que ordena a su  mundo. Luego, guiado por Néstor Caniglia en los ensayos, fuimos descubriendo a Rufino en las escenas y encontrando sus particularidades. Fué un proceso en el que algunos resultados tardaron más que otros, pero donde el compromiso estuvo siempre presente. Disfruto muchísimo de Rufino y espero transitarlo por mucho tiempo.

Bárbara Abuaf: Creo que como actriz tuve dos desafíos principales. El primero fue que en la obra interpreto tres personajes distintos y era importante poder construir las diferencias que le permitieran al público viajar conmigo para que la historia pudiera contarse. Por otra parte, componer al personaje de Celeste con toda su complejidad y evitando siempre caer en simplificaciones. Con Nestor trabajamos mucho para conectar con un costado más oscuro que pudiera sumarse a toda la fragilidad que Celeste tiene.

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