La noche madrileña se presentó mágica. Tras semanas de lluvia, los parques lucían su mejor verde, y el aire, perfumado de tierra húmeda y primavera anticipada, auguraba una velada especial.
Fue entonces cuando me llegó un email con invitación formal: la presentación del Premio Azorín de Novela 2025, otorgado a Rosario Raro por La novia de la Paz. El evento tendría lugar en el majestuoso Hotel The Palace, en el corazón de Madrid, y contaría con la presencia de la autora y una conversación junto a Paloma Sánchez Garnica. ¿Cómo negarse a semejante propuesta?

Pensé enseguida en la cordobesa. Iba a ser una de esas noches que tanto nos gusta compartir. Pero cuando la llamé, me contestó desde otro destino —”¡estoy de viaje!”— y con ese tono entre pena y alegría me pidió una cosa: “Consígueme ese libro, que esa historia me llama muchísimo la atención”. Prometido.
Así que esta vez fui solo, pero con ella en pensamiento. Y quizás por eso, al llegar al salón de cúpulas doradas del Palace, sentí su energía en cada rincón. Un lugar vestido de palabras y emoción, de literatura viva.
“La novia de la Paz” es una novela que conmueve desde el título. Rosario Raro nos lleva a la posguerra española para contarnos la historia de una joven enfermera valenciana que, en tiempos oscuros, eligió la luz: la de la dignidad, la solidaridad y el consuelo. En un país atravesado por la represión, ella se convirtió en un puente entre las cárceles franquistas y las familias: portadora de medicinas, cartas, y algo más valioso aún… esperanza.

Rosario Raro, como ya nos tiene acostumbrados, narra con la precisión del archivo y la calidez del alma. Cada página es un acto de memoria, un homenaje a tantas mujeres invisibles que tejieron humanidad en medio de la tragedia.
En el encuentro con Paloma Sánchez Garnica, la autora confesó que este libro fue también un desafío personal: una deuda pendiente con aquellas voces silenciadas por la historia oficial. “No hay resistencia más fuerte que la que nace del amor”, dijo. Y lo cierto es que eso se siente en cada palabra de la novela.
Salí del Palace con el libro en la mano y la emoción a flor de piel. Me prometí leerlo despacio, como se leen las historias necesarias. Y en cuanto terminé el primer capítulo, le escribí a la cordobesa: “Este te va a romper el alma… pero también te la va a coser con hilos de verdad”.