A tan sólo 6 kilómetros del mar, en la localidad de Chapadmalal, muy próxima a la ciudad de Mar del Plata, se encuentra la bodega Costa & Pampa, perteneciente a Trapiche Argentina, la cual presenta características únicas para la vitivinicultura argentina.
Hacia allí nos dirigimos para conocer este proyecto que lleva 10 años de desarrollo y cuyo resultado se plasma en vinos con una influencia oceánica muy distintos a los tradicionales de montaña, pero no por ello menos atractivos. En un terroir único para el país, que se logra en un contexto climático frío y húmedo, con un intenso régimen pluvial y una menor amplitud térmica, lo cual permite obtener vinos delicados, frescos, ligeros, menos alcohólicos y fáciles de tomar.
Tan sólo con cruzar la puerta es posible vislumbrar las vides verdes que se alzan pese a estar en los inicios del otoño, pero ya sin fruta, debido a que la cosecha se realiza en el mes de marzo. En el fondo, se encuentra la bodega, lugar donde se lleva adelante la producción, sitio que, en los años ’20, fue un gran silo cuyas gruesas paredes y el techo alto, generan las condiciones óptimas para crear el vino. Allí dentro, se encuentran los tanques donde se realiza la fermentación y también las barricas donde algunas cepas como la Pinot Noir o la Chardonay se estacionan por algunos meses. Cabe destacar que recientemente incorporaron un huevo de cemento para dar paso a vinos con nuevas características.
La bodega cuenta con 25 hectáreas plantadas, 10 de ellas en producción. Con una capacidad de producción de 100 mil litros, en el presente utilizan poco menos de la mitad cuyo destino se reparte en un 50% para el mercado externo y, la otra mitad se distribuye entre Mendoza, Buenos Aires y, en menor medida, la ciudad de Rosario.
Tras la recorrida, nos dirigimos a la sala de degustación donde nos esperaban tres ejemplares de los vinos de la bodega. Dimos inicio con un Chardonnay 2016, claro y brillante, casi traslucido. Muy aromático, con notas de pera, ananá, miel y vainilla, y un toque vegetal. Un 30% de este vino tuvo paso por barrica durante 7 meses. En boca se presentó fresco, ligero y con excelente acidez, siendo perfecto como aperitivo en una tarde de verano. Luego continuamos con un Pinot Noir 2015, de color cereza brillante, con una nariz muy interesante que incluía fruta roja fresca, caramelo, vainilla, algo ahumado y mineral. Al beberlo entró amable, con presencia de fruta fresca, buena acidez, aunque algo corto el final. Para terminar, probamos un espumoso extra brut, 20% Pinot Noir y 80% Chardonnay, con 18 meses sobre lías y método tradicional, muy aromático con notas de fruta blanca, panificados, levadura, con burbujas suaves y elegantes.
Sin duda se trata de una bodega única consecuencia de las características propias que enumeramos, bella para visitar, y disfrutar de vinos distintos que, como quedó dicho, tienen una notable influencia oceánica. En definitiva, vinos muy bien logrados lo cual se evidencia, además, por su alta aceptación, no sólo a nivel local sino, internacional.
Comunicadora del vino
Apasionada por vid y los frutos de su transformación, ávida por transmitir el mundo del vino. Escritora por vocación, realizó programa intensivo de Sommelier en la EAS (Escuela Argentina de Sommelier), y otros cursos en la EAV ( Escuela Argentina de Vinos).
Paulita Lima
Comunicadora del vino
Apasionada por vid y los frutos de su transformación, ávida por transmitir el mundo del vino. Escritora por vocación, realizó programa intensivo de Sommelier en la EAS (Escuela Argentina de Sommelier), y otros cursos en la EAV ( Escuela Argentina de Vinos).