Crónica: Los deseos y las lágrimas de Petra von Kant

El viernes nunca es un día cualquiera en Madrid. Es la antesala del descanso, del ocio y, para algunos afortunados, del teatro. Esta vez la tarde comenzó a apenas cien metros del majestuoso Teatro Real, esa joya neoclásica inaugurada en 1850 frente al Palacio de Oriente, que ha sido testigo de óperas, revoluciones culturales y hasta largos periodos de silencio antes de renacer como uno de los coliseos líricos más importantes de Europa.

Pero no era allí donde íbamos. En una pequeña calle, casi escondido, se encuentra un local llamado Los Deseos. Un lugar curioso: paredes repletas de miles de papelitos escritos a mano, cada uno con un anhelo, una ilusión, una súplica íntima. Allí me encontré con Almudena, “la Rectora”, que quedó fascinada con esa especie de peregrinación urbana, como si la gente caminara hacia un simbólico Santiago Apóstol de papelitos. La vi leerlos, recorrerlos con los dedos, emocionada como si cada palabra le hablara directamente al corazón.

—Almudena —le dije al oído—, esta noche hay una obra en el Teatro Bellas Artes que creo que nos va a tocar de cerca. Quizás no hable de deseos escritos, pero sí de amores y pérdidas que marcan la piel.

Aceptó la invitación sin dudar.


Del deseo al teatro

El Teatro Bellas Artes, inaugurado en 1907 en pleno corazón de Madrid, a un paso de la Gran Vía, es uno de esos espacios que han sabido mantener su elegancia a pesar del paso de las décadas. Entre sus butacas se han representado desde clásicos del Siglo de Oro hasta los grandes textos europeos contemporáneos. Ese viernes, su escenario nos esperaba con la intensidad de Fassbinder.

Las amargas lágrimas de Petra von Kant es un viaje emocional que no da tregua. Cinco mujeres en escena, cinco universos, cinco heridas. Petra, interpretada con delicadeza y fiereza por Ana Torrent, es una diseñadora atrapada en su propio éxito y en el vacío que deja la soledad. Vive con Marlene, su asistente y esclava silenciosa, hasta que aparece Karin, una joven que le roba el corazón y la arrastra a una relación tan apasionada como destructiva.

Lo que comienza como un idilio se convierte en un huracán de poder, dependencia y deseo. Fassbinder coloca un espejo frente al público, obligándonos a mirar el filo afilado de los vínculos humanos: ¿cuánto hay de amor y cuánto de dominio? ¿Cuándo el deseo se transforma en cárcel?

El elenco —Aura Garrido, Maribel Vitar, Julia Monje y María Luisa San José— compone un coro vibrante de presencias que arropan y desgarran a la vez. La dirección de Rakel Camacho aporta sobriedad y un ritmo hipnótico, como si el espectador se hundiera lentamente en las lágrimas de Petra.


El remate humano

Al salir del teatro, Almudena y yo caminamos en silencio por la calle del Marqués de Casa Riera. La ciudad bullía a unos metros, pero nosotros seguíamos pensando en Petra, en sus derrotas íntimas, en sus lágrimas. Y de pronto recordé los papelitos de Los Deseos, esa pared infinita de anhelos humanos.

Quizás Petra hubiera escrito allí su deseo de ser amada, de no sentirse sola, de no ahogarse en el poder ni en la necesidad. Quizás cada lágrima derramada era, en realidad, un deseo no cumplido.

Me giré hacia Almudena y le dije:
—Al final, todos somos un poco Petra. Solo que algunos escriben su deseo en un papel… y otros lo esconden detrás de una lágrima.

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