Crónica: “Mejor no decirlo” – Cuando las palabras sobran… y el teatro las convierte en arte

Una noche tranquila en Madrid.
Las calles, con ese brillo húmedo que deja el otoño, parecían invitar a caminar sin rumbo. Todo estaba en calma… hasta que sonó el móvil.
Del otro lado, una voz que ya forma parte de tantas historias:
—¡Hola, chiquillo! ¿Adivina quién está en Madrid?

Sí, era ella, la cordobesa, mi cómplice de tantas escapadas teatrales. Con su entusiasmo de siempre, me suelta sin rodeos:
—Sabes que me gusta el buen teatro… y están Imanol Arias y María Barranco en el Teatro Bellas Artes.

¿Hace falta decir más? En menos de una hora estábamos frente a la fachada de ese bello teatro madrileño, que desde 1919 ha sido hogar de dramaturgos, actores y espectadores que entienden que el arte es también una forma de vivir.

Antes de entrar, claro, un café se impuso. Entre risas y confidencias, el reloj corrió más rápido de lo previsto, y terminamos literalmente corriendo hacia la puerta del teatro.

🎭 Una comedia con verdades incómodas

Las luces bajaron.
Y en el escenario, Imanol Arias y María Barranco desplegaron una química de esas que solo se logran con años de oficio.

Imanol Arias, con una carrera que abarca desde el cine de autor hasta la televisión más popular (El Lute, Cuéntame cómo pasó), demuestra una vez más que domina el arte de decir mucho… con apenas una mirada.
María Barranco, musa del cine español de los 80 y 90 (Mujeres al borde de un ataque de nervios, Las edades de Lulú), conquista con su ironía natural y esa forma de convertir lo cotidiano en algo mágico.

En Mejor no decirlo, de Salomé Lelouch, dirigida por Claudio Tolcachir, ambos interpretan a un matrimonio que lleva años sobreviviendo gracias a una regla de oro: saber cuándo hablar y cuándo callar.
Pero, ¿qué pasaría si un día decidieran decirse todo, sin filtros, sin silencios, sin prudencia?

El resultado es una comedia deliciosa, ácida, y profundamente humana, donde cada diálogo es un espejo.
Entre carcajadas y silencios incómodos, más de uno en la sala se removió en su asiento, reconociéndose en esas pequeñas batallas domésticas que todos libramos a diario.

🌙 Reflexiones entre risas y pasos

Cuando bajó el telón, nadie se levantó enseguida. Había algo en el aire, como si todos necesitáramos unos segundos para procesar lo visto… o lo sentido.

Ya fuera del teatro, la Gran Vía nos recibió iluminada, viva, eterna. Caminamos sin rumbo fijo, hablando —precisamente— de lo que la obra nos había hecho callar.
Y entre risas, llegamos a una conclusión:
Hay cosas que, quizás, es mejor no decirlas
Pero otras, como este reencuentro con el buen teatro, hay que contarlas siempre.

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